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BALONCESTO EN FAMILIA

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No se puede hablar de la historia del baloncesto en Urretxu sin mencionar a la familia De Miguel. (En la edicion de Noticias de Gipuzkoa de hoy Viernes 04 de Enero.)

El padre, Paco, fue uno de los fundadores de la sección de baloncesto del Goierri. El hijo, tras dos temporadas en el Iraurgi de Azpeitia, ha vuelto al primer equipo del club urretxuarra.

Paco de Miguel comenzó a practicar el baloncesto con 16 años. "Jugaba al fútbol de portero, pero era suplente. Preferí cambiar de deporte a seguir en el banquillo. Por aquel entonces no había canastas en el pueblo. Llevaron una al colegio La Salle y organizaron un campeonato de tiros. Después se creó el equipo y empecé con ellos. No teníamos ni idea, pero el fraile Epifanio nos enseñó algo. Cuando lo dejó él, fue José Luis Esnal quien tomó el equipo. Esnal creó la sección de baloncesto del Goierri", comenta.

De Miguel fue primero jugador y después entrenador, ininterrumpidamente, desde 1969 hasta 1989. "Comencé a jugar siendo juvenil y seguí hasta los 28 años. Llegué a ser entrenador-jugador, pero me di cuenta a tiempo de que no era conveniente. Dejé de entrenar en 1989 y me dije a mí mismo que sólo volvería por dinero o porque lo necesitara mi hijo", señala.

No recibió ofertas de equipos profesionales, pero tuvo que acudir al auxilio de su hijo y sus amigos. "El equipo había descendido a Segunda Regional, no tenía entrenador, no había camisetas para los jugadores… Mi esposa me dijo que tras haber dedicado toda mi vida al baloncesto, había llegado la hora de ayudar a mi hijo. Eso fue en 2001. Conseguimos salir del agujero y desde entonces hemos vivido tres ascensos", indica. Dejó el Goierri el año pasado, pero todavía acude a ver los partidos.

Alegrías

Los amigos y la cantera

De Miguel considera que el baloncesto le ha recompensado. "He hecho muchos amigos. En su día conseguimos que el TAU fichara a Ander Txintxurreta, Asier de la Iglesia vive del baloncesto… Todo esto demuestra que nuestro trabajo ha merecido la pena".

Además, Paco de Miguel conoció la época dorada del Goierri. "Somos el segundo equipo más antiguo de Gipuzkoa y en su día fuimos el tercero más importante de la provincia. Recuerdo que llegamos a jugar en Asturias y que un autobús lleno de aficionados nos acompañaba a los partidos que jugábamos fuera de casa", comenta.

De aquella época es el mejor jugador que ha conocido en el club: Joxe Murua. "Con 16 años se lo llevaron al Kas de Bilbao y, si hubiera querido, hubiera llegado mucho más lejos. Con nosotros, en Tercera División, anotaba más de 40 puntos en cada partido", recuerda.

El baloncesto de aquella época era muy diferente al actual. "Recuerdo que una vez tuvimos que coger las palas y quitar la nieve que había en el patio del colegio La Salle para poder jugar. Cuando se creó el Goierri, tuvimos que habilitar vestuarios y duchas en el frontón Ederrena. Jugábamos allí y en la plaza y teníamos que pasar la escoba y marcar la cancha antes de cada encuentro", indica De Miguel.

Desde entonces ha llovido mucho. "Nosotros no contábamos con las comodidades que tienen los jugadores de hoy en día. Esta temporada los padres van a pagar una pequeña cuota. ¡Ya era hora! Hay que tener en cuenta que el Goierri lleva a los chavales a todos los partidos, les da ropa… Mantener nueve equipos y 120 jugadores es muy caro".

Uno de esos baloncestistas es Aitor de Miguel. "Es bastante comodón. En Azpeitia tuvo oportunidad de despuntar, pero no jugaba mucho y prefirió volver al pueblo. Juega de escolta, es rápido y coordinado y tira a canasta con demasiada facilidad", comenta su padre.

Aitor de Miguel también se atreve a hablar de la labor de su progenitor como entrenador. "Es muy estricto. Le gusta utilizar la pizarra y que los partidos se jueguen al ritmo que él marca. No le gustan nada los partidos alocados. Se parece a los entrenadores griegos. Además, grita bastante", señala.

Tal y como se ha indicado, Aitor de Miguel ha vuelto al Goierri tras dos temporadas en el Iraurgi de Azpeitia. "El primer año estuve a gusto, pero cambiaron de entrenador y no me arreglé bien con él. Me hacía jugar de base y además no se portaba bien conmigo. No aguanté más que mes y medio con él. Como en casa no se está en ningún lado. Aquí no tengo tanta presión ni viajes largos los fines de semana", concluye.